Quantcast
Channel: Tierra de Cinéfagos » Ana Wagener
Viewing all articles
Browse latest Browse all 2

‘Secuestrados’– el cine de género se redime con películas así, aunque solo en parte

0
0

“No importa si vivo o muerto, importa fácil o dificil. A mi me gustan las cosas fácil, ¿y a ti?”

-Asaltante jefe (Dritan Biba).

“Secuestrados” responde a esa demanda del terror más crudo y realista que a menudo cuenta con migajas de torture-porn, sin hacer un acto de presencia sólido pero si dejando cierta impronta en el espectador. “Secuestrados” nos situa en el contexto de una família bien que se acaba de mudar a un nuevo chalet con su piscina y sus comedores fen-shui, que serán objeto de un desvalijamiento por parte de un grupo de ladrones (en el que encontramos a un español, a un albanés y a un andorrano -este último es coña jajaja-).

No han sido pocos los que han comparado esta película con la referencial “Funny Games”, tal vez la película más famosa de Michael Haneke, y es que formalmente responde al mismo esquema y en parte intención, aunque mientras en esa película se dilucidaba cierta crítica al medio, un sarcasmo atroz y una valentía innata, en ésta se ve más bien un acercamiento a la “terapia de choque” para un fin vacuo y sensacionalista, en el que no solo es inexistente cualquier tipo de apreciación o acercamiento a un tema tan actual como son los robos orquestrados en fincas, sino que además se permite ciertas trampas en el guión, bastante sonrojantes por cierto -como lo es el prólogo “falso”-, que no hacen más que subrayar su tono e intenciones absolutamente pueriles.

Si algo hay que destacar en esta película a nivel positivo, es ciertamente una factura impecable, una fotografía muy solvente, una dirección que pese a abusar de ciertos planos (como el cerrar mucho el plano en la nuca de los personajes para crear cierta sensación de agobio quiero pensar) se permite otros detalles bastante notables como el uso en determinados momentos de la pantalla partida, en la que ciertamente consigue una ambivalencia y una lectura visual a tener en cuenta, sabiendo compaginar con atino distintos eventos, evitando un uso gratuito y/o de adorno de ello tal y como suele ocurrir en la mayoría de casos. Además ha sabido cerrar una hora y media de película en unos escasos 12 planos secuencia (es decir, sin parar de grabar) lo que nos aproxima timidamente al concepto de “tiempo real” de series como “24” pero permitiendose ciertas licencias (pequeños saltos temporales entre algunas secuencias). El acompañamiento músical es mínimo, haciendo hincapié de nuevo en el tono casi “documental” de la película, una opción acertada también.

Otra cosa positiva de la película es que no se esta por milongas, la introducción es escueta y pronto pasamos al conflicto, lo que es de agradecer. Por contrapartida, tal vez por esa sintesis, tal vez por la incapacidad de los guionistas, nos encontramos con unos personajes totalmente desdibujados, con algunas líneas de dialogo realmente innecesarias, y con un tiempo que se podría haber aprovechado algo mejor. Craso error para una película de este tipo, pues nos es imposible empatizar o acercarnos al dolor de sus protagonistas de la misma forma en que por ejemplo sí se consiguiera en “Funny Games”.  Y en este sentido, no solo el guion (escrito por Javier García y el propio director) tiene la culpa, la faceta interpretativa cae por su propio peso. Estamos ante una de esas interpretaciones supuestamente sentidas, si, vemos a los actores sudar, gritar, llorar pero no nos llega en ningún momento, se nota cierta incapacidad por su parte para convencernos de la situación (ojo, no es facil) y, salvo algunos momentos puntuales, el espectador no se siente atrapado por el agobio y la tensión, no se involucra en definitiva, y solo esta ábido por lo grotesco. A destacar positivamente la labor de Manuela Vellés como Isa, bastante más verosimil que la de sus padres (Fernando Cayo y Ana Wagener, cuya química es nula), y negativamente, dos pequeños roles dignos de la mayor de las risiones y de la vergüenza ajena, como son los papeles de vigilante y el de Xoel Yañez como amigo de la hija (en serio, ¿de donde sacan a esta gente? parecen extras de “física o química”), que desde el momento en que hacen acto de presencia, el espectador pierde toda posible conexión con esta ficción. Por parte de los asaltantes, todos cumplen con sus clichés, esta el lacónico cerebro de la operación (Dritan Biba), el violento (Martijn Kruiper) y el más humano (Guillermo Barrientos).

Y entonces lo grotesco hace presencia, de forma abrupta y con muy poca gracia, casi autoimpuesto por los propios autores, sucumbiendo al hype del nuevo “terror”. Como su final, un final que no hace más que ponerle la guinda final a un producto que demuestra tener muy poca estima por si mismo, pues pierde absolutamente el tono desarrollado durante el resto del metraje, aunque si consigue impresionar y sacudir al espectador, que tras llegar los créditos parece haber sido su única intención.

La película, ganadora del premio a “mejor película” y “mejor director” en la pasada edición del festival de Sitges Fantastic Fest hace gala de un estilo sobrio y muy cuidado, y de una dirección como ya hemos comentado, muy intensa y efectiva, pero peca de un trabajo de fondo muy pobre. Miguel Angel Vivas tiene muy buenas tablas como director de género pero para la próxima vez tal vez necesite un guión más solido y unas intenciones más claras.

Pese a todo esto, es una película recomendable por lo arriesgada de su propuesta, una muy buena factura y en definitiva, una película que sí sabe hacer del ritmo una virtud, pues pasa en un suspiro, y pese a sus contables defectos, es muy disfrutable para todo amante del género.

TRAILER:

Fdo: Moutache



Viewing all articles
Browse latest Browse all 2

Latest Images

Trending Articles





Latest Images